Drama criminal en el que una periodista investiga la mafia que negocia la droga en Dublin en la década de 1990. Basado en un caso real. El film es una de esas películas que funciona más por la acumulación y el sensacionalismo que por su fluidez o su sutileza. Obviamente se va a hablar de la importancia del tema que trata o de su valor testimonial, de la gran actuación de su protagonista y del impacto de algunas escenas sólo porque está basada en una historia real. Pero estas son cuestiones que a mí me tienen sin cuidado. El cine en vez de presentar hechos consumados debería formular preguntas e instalar el debate. ¿Quién lo hubiera pensado de Jerry Bruckheimer preocupado por el compromiso social o de Joel Schumacher recibiendo premios humanitarios en festivales? Si hasta esto hemos llegado no es extraño que los delincuentes estén amparados por la ley y los gobiernos, que una periodista busque la única forma de trascendencia en el trabajo o que los jóvenes se inyecten heroína sin ningún proyecto de vida o futuro. La dirección monótona de Schumacher destruye toda posibilidad autoral, pero al menos no molesta. Aunque el ralentí del final deja en claro quién es. Ya he gastado demasiada tinta y explicaciones en un film que no las merece.