Comedia romántica en la que un ex convicto vuelve a su barrio y conoce a una adolescente neurótica que hace trabajos como modelo en Long Island, New York. Ya desde su opera prima Hartley plantea las constantes de su cine: el gusto por la excentricidad, el humor intelectual, los excelentes diálogos (un especie de partido de tenis entre Sampras y Agassi), una planificación minimalista pero no carente de belleza, una leve ironía y un sarcasmo propios ya de la década de 1990 y, en el fondo, una sensibilidad y romanticismo únicos. El film es un testimonio del fin de una época, la década de 1980, en la que se ven los últimos residuos de la guerra fría y en la que la chica sale a buscar a su chico.