Psycho thriller en el que una mujer roba un dinero, se lanza a la fuga y va a parar a un hotel de carretera en Arizona. Van Sant hace un remake plano por plano y diálogo por diálogo del film de Hitchcock. La utilización de la fotografía en color poco agrega, más allá de aprovechar el rojo de la sangre, de acentuar el contraste de la luz blanca en la escena de la ducha e de intentar profundizar la oscuridad de ciertos lugares. Las únicas diferencias que podemos notar (además de los valores del dinero) son unos breves planos subjetivos en las secuencias de asesinato (en la primera aparecen una vaca y una mujer desnuda, en la segunda, unas nubes) y el hecho de que llamativamente la duración termina siendo más corta. La intención de adaptar la historia a las coordenadas actuales del cine de terror y de suspenso falla por la falta de fluidez en la puesta en escena y la falta de sutileza para llevar la historia. El film queda atrapado en su limitación autoimpuesta. Igualmente, las tres escenas clave (la ducha, la escalera y el sótano) extrañamente resultan impactantes. No se sabe si por sus características intrínsecas o por el recuerdo imborrable del original.