Thriller en el que una madre de un bebé sola en su casa es acosada por una chica que acampa en su patio en la isla de Yeu. Al borde del largometraje, Ozon demuestra en 51 minutos un gran manejo del tempo narrativo y de los detalles, una potente imaginería sexual con el árbol, una ambigüedad hacia los personajes y una perversa filiación con el cine de Roman Polanski. Más allá de que tarda en entrar al verdadero horror, el efecto de shock del final no defrauda las expectativas.