Drama en el que un hombre necesita un trasplante de corazón en la frontera suiza francesa y hace un viaje a Tahití en busca de su hijo perdido. Denis continua explorando la elusividad del relato, las elipsis narrativas y las posibilidades físicas de la imagen, tal vez en su film más exuberante, alegórico y fantástico. Es cierto que las historias paralelas llevan a la conclusión, que la negación de la información es un hándicap y que la larga presentación del personaje, un pequeño lastre, pero una vez que el protagonista inicia el viaje todo cobra su sentido. Por un lado el retrato de un personaje solitario, decidido y consumido resulta fascinante pese a lo poco que sabemos de él. Destacar la banda sonora de Stuart Staples, con su leitmotiv de una guitarra hiriente, y la secuencia final de Béatrice Dalle en la nieve, tan enigmática como todo el film. Denis se confirma como una de las cineastas contemporáneas más imprevisibles y audaces de la última década.