Cuarto capítulo de la saga del luchador de kickboxing en la que David Sloan sale de prisión para atrapar a un traficante de droga que secuestró a su esposa en México. De más está decir que las películas sobre torneos de lucha nunca funcionan y que el desgano con que Pyun filma las escenas de acción es abismal. Pero llega un momento que uno se pregunta por la violencia, ¿por qué?, ¿para qué? Porque, al igual que la mayoría de las adaptaciones cinematográficas de videojuegos, no hay nada de fondo.