Psycho thriller en el que una mujer muda violada dos veces el mismo día toma venganza matando hombres con una pistola calibre 45 en la ciudad de New York. Ferrara continua en los bordes del cine exploitation, ahora con una propuesta un poco más aceptable argumentalmente y atractiva visualmente, pero menos personal y subversiva que The Driller Killer (1979). Lo mejor sigue siendo cómo el comportamiento de los personajes pone de manifiesto un conflicto social que va mucho más allá de la cuestión del feminismo y la violencia contra las mujeres. Las fallas las podemos encontrar en el desarrollo narrativo raquítico que no permite indagar más en la mente de la protagonista, su deseo sexual o su pasado como en Repulsion (1965), y algunos apuntes dispersos como el papel de la vecina y el perro o las alucinaciones y las pesadillas que quedan rápidamente olvidadas. El body count asciende esta vez a 16 víctimas, 9 en las calles durante sus salidas nocturnas y 7 en la fiesta de disfraces de la resolución, dónde el vestido de monja y el portentoso de ralentí de Ferrara tienen como única intención shoquear. A su favor podemos decir que lo consigue.