Cuento de terror en el que una mujer se muda con su esposo a un departamento y empieza a sospechar que una secta satánica la quiere utilizar para que dé a luz al hijo del diablo en New York. Adaptación de la novela de Ira Levin. Polanski logra una de las obras maestras del cine de terror por la progresiva construcción del suspenso y el misterio, por una visión tan desconfiada como desoladora del mundo y por atreverse a hacer un film sobre el diablo en un contexto realista. Las más oscuras presunciones se confirman de una forma tan simple como ambigua. Mia Farrow deja la vida en el papel. Su cambio de apariencia resulta escalofriante. Las escenas de sueño, extrañamente (su)realistas, terminan siendo muy importantes en la trama. Pero uno de los secretos del film es que adopta el punto de vista de la protagonista en todo momento. De allí que todo elemento se convierta en aterrador. En el recuerdo queda ese plano vacío del departamento en el que sólo se ve el humo del cigarrillo. El final es uno de los más macabros de la historia del cine de terror.