Drama en el que varios intelectuales, periodistas y políticos se cruzan en Sarajevo durante un encuentro literario. Godard asume la estructura de La Divina Comedia de Dante. Luego del infierno (un montaje de 10 minutos de imágenes de guerras que representan el caos y el horror del siglo XX), nos lleva al purgatorio que es este comienzo de nuevo siglo. Él mismo interpreta a Godard, un cineasta que va a dar una conferencia sobre el texto y la imagen. Hay otros personajes (una estudiante judía, una periodista palestina, un escritor español), reales o ficticios que cruzan sus historias. Hay una serenidad reflexiva, una tranquila lucidez en todo este segmento (tal vez por el contraste con el primero) que resulta notable. Hay lugar para citas, reflexiones, análisis, pero nunca caen en la pedantería o en la mera erudición. Tal vez el mejor momento sea el silencio de Godard a contraluz cuando le preguntan si las nuevas camaritas digitales podrán salvar al cine. Para el final queda una hermosa secuencia en el paraíso (citas e ironía incluidas) en la que Godard encuentra uno de los más bellos primeros planos de su carrera.