Documental en el que Ry Cooder viaja a La Habana a grabar con unos músicos cubanos veteranos y olvidados. Si bien la propuesta es honesta y loable, Wenders hace bien en no meterse en cuestiones políticas y la calidad musical habla por sí misma, la condescendencia hacia el material no puede esconder el mero oportunismo del producto. El documental cae en el esquematismo de las entrevistas, las grabaciones y el concierto. Lo mejor que puede decirse de Wenders es que no sobrecarga el material con reflexiones. La capacidad para capturar el estado actual de La Habana (colores, calles, desgaste, antigüedad) no cae en la postal turística. El pasaje final en New York tiene un tinte casi surreal (por el contraste), pero las frases de los músicos asombrados por lo que ven no son muy felices. Pero en general la simpatía, la vitalidad y los testimonios de los músicos veteranos están destinados a ganarse al espectador más escéptico. El mejor trabajo de Wenders en mucho tiempo porque hace lo que tendría que hacer siempre (nada).