Thriller en el que dos hermanos roban la joyería de sus propios padres y todo sale mal en New York. Lumet ya había dado señales en Find Me Guilty (2006) de que todavía estaba para dar lucha y ahora lo confirma. Como el último Woody Allen indaga en los crímenes absurdos, en las relaciones de sangre y en el materialismo existencial con un pesimismo y oscuridad aún superiores. A fin de cuentas las raíces genéricas son más firmes, el retrato de personajes más convincente y las actuaciones están al mismo nivel que Cassandra’s Dream (2007). De paso Lumet da una clase magistral de cómo insertar un flashback para agregar y reinterpretar información, justo en el momento de mayor tensión del relato. Si bien la parte media del film sufre por la ausencia de un centro narrativo, por la revelación de la víctima del asesinato y por el drama familiar que corta la atmósfera, sobre el final recupera el pulso narrativo y la explosión de una violencia seca está cercana a la locura. Lumet sigue sorprendiendo a propios y extraños. Cada tanto acierta.