Cuento de misterio en el que grupo de personas se reúnen en una casa de campo en la que sucede un asesinato en Inglaterra en 1932. El film es ante todo un fastuoso y enorme despliegue de personajes, no así de conflictos. Lo película no intenta ser una crítica a la clase social ni adopta el tono nostálgico hacia una época. Lo que le interesa es examinar dos mundos, el de los señores y el de los criados, tan distintos y parecidos en cierto punto. Tampoco le importa demasiado la trama sobre la identidad del asesino. No hay indicios sobre los móviles, no juega con pistas falsas y todo se resuelve de forma simple. En cuanto al reparto se destacan la elegancia de Kristin Scott Thomas, el cinismo de Maggie Smith y la sobriedad de Helen Mirren, dentro de un magnífico trabajo conjunto de los actores. El personaje caricaturesco del detective es casi paródico y bastante habitual en Altman.