Aventura musical en la que un marinero llega a un puerto en busca de su padre en Malta. Basada en el popular personaje de cartoon. La película es una superproducción tan experimental como desastrosa en la que Robert Altman filma la acción en largos planos generales. El slapstick, los brazos del protagonista y el pulpo gigante al menos son simpáticos y los números musicales acompañan el retrato de un pueblo tacaño y cobarde. Su sorpresivo éxito en taquilla no es más que otra prueba del divorcio definitivo entre el juicio estético y la cultura pop.