Western en el que un apostador monta un salón y un prostíbulo en un pueblo en construcción al noroeste de los Estados Unidos en el siglo XIX. Ya desde la voz árida de las canciones de Leonard Cohen, la fotografía gris, la nieve y el barro, Altman establece el tono de anti western. Pero cuando Warren Beatty se empieza a mostrar dubitativo y Julie Christie prefiere refugiarse en el opio el film se convierte en un poema del viejo oeste anti heroico y anti romántico.