Secuela de Psycho (1960) en la que Norman Bates es puesto en libertad 23 años después de sus crímenes y, en estado de confusión, duda en volver a viejos hábitos en Arizona. Se nota la admiración y el respeto de Franklin hacia el original en la forma de construir el misterio y el suspenso dentro del ambiente enrarecido que domina en la casa del protagonista y en el hecho de no dejarse tentar por el sexo y el gore que dominan al cine de terror de esta época. Los cuatro asesinatos nos son muy sangrientos. La resolución resulta excelente para las intenciones de establecer una franquicia.