Drama en el que un joven escultor que sale con una mujer casada conoce a un arquitecto y hace un viaje a Italia con él. Garrel cuenta con más recursos, una producción más generosa, el formato panorámico, fotografía en color y una estrella en el reparto. Pero los temas son los de siempre: el amor, el arte, el suicidio. Pero hay algo aún más doloroso y es que los personajes parecen no vivir en su tiempo o tratan de evadirlo constantemente. Igualmente el viaje en el auto que recorre la arquitectura de Europa permite la fascinación del descubrimiento, cierta posibilidad de escape y alguna certeza en la comunicación. Más allá de la parquedad de los personajes, la oscuridad de los sentimientos y la resignación asumida, hay lugar para lucidez de los diálogos sobre la diferencia de edad, los efectos de las drogas y el recuerdo del mayo francés. La frialdad de Garrel a la hora mostrar el intento de suicidio o la resolución fatalista no quita el impacto y el shock de esas escenas. Tal vez Garrel luce más en blanco y negro, pero no se puede negar la coherencia de su estilo.