Drama en el que una poeta se sienta a escribir, a meditar y es acosada por seres hieráticos y fantasmales. Garrel explora el proceso creativo, la influencia de la pintura y los climas de la música ambient. La naturaleza de las imágenes terrorífica, erótica y romántica lo emparentan con Ingmar Bergman. Al igual que Les hautes solitudes (1974), no necesita de los diálogos o el argumento, sino de los gestos en estado puro.