Drama en el que un camionero miembro del partido comunista levanta a una mujer mayor en las carreteras del noroeste de Francia. Más allá de las intenciones metadiscursivas, antinarrativas o minimalistas de la propuesta (nunca vemos al camionero y a la mujer, pero sí al camión y los paisajes que transita), la utilización de la voz en off en este caso tiene una variación fundamental: al mostrar los cuerpos de la propia directora y Gérard Depardieu leyendo el guión en un living, Duras soluciona el problema de Son nom de Venise dans Calcutta désert (1976) respecto a la barrera que se establecía con el vacío de las imágenes. Si a la presencia de los cuerpos sumamos el ficcional uso de las palabras que hace, parece que la destrucción del cine de Duras está cerca de su consumación.
Nuevamente Duras narra una historia en su ausencia. Su propuesta es tan simple y transparente como vanguardista y experimental. La operación de sustracción que hace le da otra dimensión a la película y la historia que no está contando. Destacar el tono ligeramente ficcional de las escenas que comparte con Depardieu. No es exactamente una lectura del guión (pese a que estén leyendo unas hojas), sino una conversación sobre la película que no es todavía, pero pudo haber sido.