Thriller de acción en el que un preso sale en libertad, se hace pasar por su compañero de celda para estar con su novia por correspondencia que no lo conocía y se ve involucrado a la fuerza en el robo de un casino indio en el oeste de los Estados Unidos. El film es una extraña mezcla de film noir en el que todos los personajes esconden algo, de película de acción a la que no le faltan tiroteos y corridas y de thriller a partir del constante juego de apariencias, con más de un toque de comedia a partir de todos los enredos que plantea la trama. Hay que reconocer que el guión no es armónico y se descarrila varias veces, pero Frankenheimer también se muestra inseguro a la hora de potenciar la comedia o la sensación de pesadilla. A veces logra esto último cuando le tiran dardos al protagonista, descubre a sus “hermanos” o durante la escena del robo. Tampoco ayudan los apáticos personajes: Ben Affleck demasiado bueno, Gary Sinise demasiado malo y Charlize Theron demasiado dulce. La ambientación en la nieve que ha sido el marco de excelentes thrillers últimamente, Fargo (1996) o A Simple Plan (1998), no tiene el mismo efecto aquí. Los giros constantes e innecesarios sobre el final no cumplen ni siquiera la función de parodia de Wild Things (1998). Pese a la violencia y el sexo que se esfuerza en poner Frankenheimer, a fin de cuentas, el film es un producto de Disney (a través de Dimension, una de las filiales de Miramax) por lo que el origen de todo es que el protagonista no pudo resistir una revolcada. El final es lamentable.