Drama en el que un hombre judío es acusado injustamente del asesinato de un niño en Kiev en 1911. Frankenheimer se toma su tiempo para presentar a su personaje y el escenario. No desestima la ironía y el sentido del humor en la primera parte. Y después evita oportunamente la abyección y, pese a la falta de variantes y de sorpresas en la última parte, logra hacer de la actuación de Alan Bates un monumento a la resistencia.