Drama en el que un aprendiz de panadero despedido se encierra en su departamento con sus amigos en Paris. A partir de la fotografía en blanco y negro, unas actuaciones realistas de su reparto no profesional, un sutil paralelismo entre sexo y política y una planificación segura, Doillon establece un puente con la nouvelle vague de la misma forma que Jean Eustache y Philippe Garrel.
El film es abundante en posturas corporales al ras del piso. El personaje queda atrapado entre dos mujeres en la no decisión que finalmente, por una o por otra razón, lo terminan abandonando.