Slasher en el que un grupo de adolescentes de una escuela privada de Massachusetts empiezan a ser asesinados poco antes del cumpleaños de una de ellas. El producto intenta elevar las pretensiones del subgénero a partir de personajes mejor definidos, una trama más compleja y actuaciones más convincentes. Pero el giro final arruina la perversión final del slasher (que la heroína virginal sea la asesina). Igualmente hay que destacar la habilidad de J. Lee Thompson para sostener la tensión durante 110 minutos y que el film ahonde con acierto en ciertos temas como la adaptación a un grupo y la herencia paternal.
El mismo equipo de producción de My Bloody Valentine (1981) hace otro slasher que se eleva de la media. J. Lee Thompson (el primer director veterano en encargarse de un slasher) le otorga un plus al subgénero en lo que podría haber sido uno de sus mejores exponentes. Mantiene la cámara en movimiento gracias a travellings, grúas, panorámicas y steadicams constantes. Cuenta con 10 personajes jóvenes de cierta entidad. Describe los hábitos de los jóvenes (reuniones en un bar, corridas de motocicletas, partidos de fútbol) con certeza. La trama es un poco retorcida y el reiterado uso de la cámara subjetiva claramente es engañoso. De esta forma la duración alcanza casi las dos horas, convirtiendo al film en el slasher más largo del ciclo. El giro de la resolución rebuscado y artificioso desmerece buena parte de los méritos de la película.