Western en el que un predicador sin nombre defiende a una comunidad de mineros contra un poderoso terrateniente en California en la década de 1850. La narrativa tranquila y pausada es marca de la casa. El film casi no tiene música o florituras. El personaje de Eastwood es prácticamente un fantasma, y así lo trata la cámara, por lo que el film adquiere una dimensión fantástica.