Thriller en el que una fiscal debe defender a un vagabundo acusado de matar a una secretaria del poder judicial en Washington DC. La investigación genera cierto interés, pero la tímida crítica a los abusos del poder judicial y las resoluciones del caso no cierran por ningún lado. Entre los tics habituales de Cher y un Liam Neeson que no pronuncia palabra sólo queda Dennis Quaid como un lobista de la casa blanca. El guión de Eric Roth anticipa algunas temáticas de las novelas de John Grishman, en especial The Runaway Jury (1996) en cuanto a la elección de los jurados.