Musical en el que un soldado debe rescatar a una princesa del castillo de su padre en un indeterminado país de Europa durante la primera guerra mundial. Versión del libreto de Emanuel Schikaneder (1791). Branagh abandona Shakespeare pero continúa en la qualité adaptando la ópera de Mozart con efectos generados por computadora. Pese a todo el empeño de la ambientación en las trincheras, los planos secuencias y la extravagancia visual, las imágenes son apenas subsidiarias de la música. Porque los defectos digitales no engañan a nadie, la película narrativamente no se sostiene y 133 minutos terminan siendo excesivos para lo que quiere contar. El resultado es frialdad. Las comparaciones con la película de Ingmar Bergman no se resisten ante la austeridad de la puesta en escena, el artificio no disimulado y el laboratorio de primeros planos del realizador sueco. Branagh sigue alejado del mainstream, pero igualmente su obra no encuentra el camino.