Cuento de misterio en el que los familiares de un excéntrico millonario se reúnen para leer el testamento en una mansión de New York. Paul Leni hace un magistral uso del espacio, la continuidad del plano, los pasillos, los intertítulos (variaciones de tamaño y movimiento), de los rostros de los actores y la aparición de un oportuno sentido del humor. Uno de las mejores debuts de un director alemán en Hollywood en la década de 1920.