Drama en el que un grupo de parejas se reúnen y se separan a lo largo de una calurosa noche en Bruselas. Akerman relaja un poco su sistema, fragmenta la narración hasta encontrar un ritmo musical en los planos, las imágenes, los cuerpos y los movimientos. Lo que queda es un estilo que después explorarán Jarmusch, Kaurismaki o Tsai Ming liang, un extraordinario uso del sonido que aprovecha la quietud de la noche y la fluidez con que se acoplan en las micro historias el deseo, los gestos y la música.