Comedia policial en la que una caza mafiosos compite con un colega de una agencia rival para capturar unos gangsters que intentan fusionarse en Estados Unidos. El guión de Robert Geoffrion y James H. Stewart intenta jugar con cierta innovación. La traspapelación de personajes (asesinos con principios morales, policía drogadicto, protagonista que quiere traicionar el código ético de villano) se apoya en la sobredosis de carisma de la pareja protagonista. Pero la película se agota rápido sin un mínimo de pensamiento crítico. Todo vale, las bromas escatológicas, las referencias a dios y el renacimiento. De agradecer la funcional puesta de Sidney J. Furie que pone un poco de orden a semejante engendro.