Drama en el que una chica se encierra en su casa a escribir una carta, sale y acompaña a un camionero en sus viajes por las carreteras de Bélgica. Akerman trata de fusionar el minimalismo de la puesta en escena, la estructura de tres actos, procedimientos de la vanguardia y los viajes existenciales de Antonioni. Hay una constante disociación de la palabra y la imagen, el tiempo y la mente, el espacio y los cuerpos. Si se adelanta a todo el cine independiente de outsiders y marginados de la década de 1980, lo hace desde una perspectiva subjetiva y confesional.