Musical en el que un delincuente reformado cuida a una huérfana en Francia de 1815 a 1832. Luego de convertirse en un favorito de la academia con The King’s Speech (2010), Tom Hooper redobla la apuesta con una adaptación del musical de Boublil & Claude-Michel Schönberg basado en el novela folletín de Victor Hugo. A favor la película tiene una lejana apuesta por el realismo sonoro. Mediante microauriculares escondidos en los oídos, los actores cantan en vivo durante el rodaje mientras escuchan la orquesta (aunque el falsete de Hugh Jackman hubiera sido más prudente ocultarlo). En contra, todo lo demás: escenas y planos de más, secuencias a las apuradas para ocupar espacio, canciones instantáneamente olvidables, el reino del no estilo en los ángulos de la cámara y los peinados, Russel Crowe (¿no había otro?), Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter comics reliefs. En fin, el kitsch académico de estos tiempos. Hooper continúa derrochando mediocridad para acumular premios. Las predicciones indican que al primer fracaso en la taquilla vuelve a los especiales televisivos de la BBC.