Cortometraje en el que un banquero célebre evalúa seguir con sus acciones en la bolsa de comercio. La película es uno de esas películas vanguardistas que dejan mudo al espectador, no por la falta de diálogos música agregada o quitada a las imágenes en la exhibición, sino por su descalabro en las asociaciones que propone y la sencillez de su exposición. La bailarina plumífera que está en la otra punta de la ciudad o en la habitación de al lado se comunica inmediatamente con el protagonista. Los intertítulos de las conversaciones por teléfono son utilizados como una especie de fax adelantado al tiempo.