Drama en el que una clínica psiquiátrica planea cambiar las cortinas de sus habitaciones con dibujos creados por uno de sus internos en Kansas. Adaptación de la novela de William Gibson. Minnelli hace un film extraño. Los decorados y la arquitectura de su clínica parecen todo menos una clínica. En un principio los montajes paralelos sorprenden en una película suya. Pero allí yace una de las principales ideas del film. Visualmente no hay diferencia entre los pacientes, los doctores y los empleados de la clínica. A partir de una anécdota trivial (el cambio de las cortinas), retrata una serie de personajes neuróticos y unos conflictos que van de la crisis matrimonial y el poder dentro de la institución hasta la infidelidad, el alcoholismo y la locura. Cierto grado de distanciamiento por momentos recuerda a los melodramas de Douglas Sirk, pero en ningún momento cae en la caricatura o la ironía fácil.