Musical en el que un pintor americano en Paris conoce a una chica francesa. Minnelli y Gene Kelly se reúnen después de The Pirate (1948) para otro musical que es una fiesta para los ojos. A partir de la reconstrucción de Paris en estudio basada en la obra de los pintores impresionistas del siglo XIX, el film hace un retrato soñado de la ciudad. Esta vez con música de George Gershwin y un número de ballet que ocupa los últimos 25 minutos de la película. Pero en este caso la historia, la inclusión de los números musicales y las coreografías no ofrecen una combinación tan orgánica como las veces anteriores. El inconveniente es que esta vez el sueño es una ciudad, Paris, o más bien una idea de esa ciudad, que parece ser la que sueña los sueños de los protagonistas. Algunos tienen correspondencia con lo que pasa o lo que desean los personajes y otros no. Algunos son salidos de la nada (el pianista que interpreta todos los músicos durante una presentación) y otros (el espectacular despliegue de ballet del final) sólo ofician de deux ex machina. O tal vez tenga que ver con el poco rango como actor de Gene Kelly que hace imposible creer a su personaje de pintor americano bohemio en Paris.