Cuento de terror en la que una mujer traumada es secuestrada por un psicópata en Alemania. Luego de varias producciones bajo seudónimo dentro del porno, Andreas Bethmann vuelve al horror exploitation. Si bien el formato panorámico de la fotografía, el video digital de alta definición y una cuidada secuencia de créditos podían hacer suponer un trabajo estéticamente más elaborado, lo suyo es la humillación, la degradación y la grosería sin límites. En ese sentido, ha hecho mejores trabajos: Der Todesengel (1998) y Dämonenbrut (2000). Aun así, el material respeta cierta iconografía del giallo, el principio con doble asesinato de lesbianas en el baño del bar, la recurrencia simbólica de las muñecas, y un par de escenas delirantes: la cena con la presentación de los padres muertos y la práctica de sexo oral cronometrada. El axioma de Truffaut sobre el cine, mujeres bellas haciendo cosas bellas, se aplica al último tercio de la película cuando una sucesión de planos contrapicados y americanos captan a la protagonista escapando de la casa desnuda. Si bien la idea de la máscara negra del asesino es original, no luce mucho en cámara. Andreas Bethmann intenta recuperar su lugar en el gore alemán ahora que las favorables condiciones del mercado lo pueden acercar al mainstream.