Musical en el que una joven a punto de casarse conoce a un actor que se hace pasar por el pirata que ella admira en una isla del Caribe a mediados del siglo XIX. Otro musical lujoso de Vincente Minnelli, rodado en radiante Technicolor, que permite a Gene Kelly lucirse como bailarín en un par de números musicales. Esta vez el esquema es un poco más complicado porque es él el que se mete en el sueño equivocado que ella (Judy Garland) tiene de él. Pero el resultado es igual de estimulante por el despliegue visual de medios, la exuberancia de las coreografías y su aire de fantasía desprejuiciada. Aunque la película por momentos queda cautiva de los ataques neuróticos de ella y el supuesto carisma histriónico de él.