Musical de fantasía en el que un apostador negro casado recibe una segunda chance para vivir y redimirse en New York. Minnelli debuta en la dirección con una película protagonizada exclusivamente por actores negros y hace una versión del Fausto en apariencia inocente (la descripción burocrática del cielo y el infierno) pero que se destaca ante todo por asumir el punto de vista de la esposa que desea que su marido se reforme. Si a eso sumamos la presencia de músicos negros reconocidos, algunos bailes durante los números musicales, un clímax en un club nocturno llamado Paradise y la asumida ironía de una de las últimas líneas de su protagonista: “es un largo camino al cielo”, el resultado es bastante satisfactorio.