Melodrama en el que un mafioso regresa a casa con una chica ahogada y encuentra fantasmas. Guy Maddin trata de retomar EL camino más narrativo y convencional de su cine, pero choca contra la saturación, el manierismo y reciclaje. Si en un principio la referencia l film noir, la puesta expresionista y cierta atmósfera de terror podían solventar esa operación. Ahora el experimento queda trunco. Una vez que los primeros planos se encargan de asfixiar el relato, los interludios surreales suspenden el tiempo y los personajes deambulan sin acción ni situación… ni el recargo del imaginario incestuoso, homosexual o absurdo pueden rescatar al producto. Maddin necesita un reseteo o giro. Ha llegado a la mitad de su obra con una estética agotada.