Película muda en la que se confunden los recuerdos de infancia de un niño en la Isla del Faro. Maddin nos presenta una experiencia sensorial con imágenes expresionistas, montaje frenético, música y narrador en vivo que recupera la energía primitiva de la narración cinematográfica. Sus temas de siempre, los deseos reprimidos, el gusto por lo monstruoso y el humor absurdo son llevados a un nivel paroxístico por la puesta en escenario de las condiciones de exhibición del cine mudo.