Comedia dramática en la que un hombre casado encuentra la billetera de una odontóloga y quiere conocerla en Paris. Alain Resnais adapta una novela por primera vez en su carrera y deja volar la imaginación desde el artificio hasta el absurdo en una de las propuestas más estimulantes de su obra tardía. A partir de la dinámica del entrecruzamiento de géneros, de los movimientos de cámara aparatosos, de una fotografía colorida y absorbente y de una música que va por caminos mucho más modernos, la película se regodea con las libertades del cine (¨Nada sorprende a uno cuando sale del cine…¨). Si la historia, el romance y el suspenso dejan sus baches, siempre nos podemos refugiar en las luces de colores en el fondo, en el retrato de los personajes neuróticos y en la imprevisibilidad de las soluciones (el final anticipado). Los grandes malentendidos con el cine de Resnais vienen del desciframiento de su estilo a partir de la frialdad, la elegancia y lo cerebral, cuando tiene films que contradicen abiertamente esa impression; de su condición de autor a partir de films como Hiroshima mon amour (1959) y L’année dernière à Marienbad (1961) cuando siempre se ha esforzado por ser un artesano (tal vez el más lúcido y consciente de esa condición); y de la noción de experimentación, por lo general, alojada en los pequeños detalles. Si algo le faltaba a Resnais para confirmar su audacia, irreverencia y que es el más moderno de los directores vivos es esta pequeña maravilla.