Cuento de ciencia ficción en el que a un hombre que intentó suicidarse le proponen participar de un experimento de viajes en el tiempo en Bruselas. Alain Resnais da rienda suelta a la ruptura de toda progresión narrativa, a la libertad absoluta en el orden de los sucesos y a cierto sentido del humor (ausente en sus films anteriores) que hacen casi imposible seguir la historia. Pero en todo momento se sostiene una premisa que pone orden, da tranquilidad. Y remata el film con la inolvidable imagen de un ratón que define la percepción y la realidad.