Policial en el que un detective devastado por la muerte de su esposa investiga el asesinato de una chica en Japón. A partir de largos planos que invitan a sumergirse, una magnífica utilización de las sombras y la iluminación y unas situaciones y escenas que se repiten, la narración se convierte en un estado mental. El film queda entonces cerca de Audition (1999) de Takashi Miike, los policiales de Kiyoshi Kurosawa y el último David Lynch. Kobayashi borra las fronteras genéricas manteniéndose en el terreno de la pesadilla. Pero sin descuidar tampoco las referencias cinéfilas, de Flic Story (1975) a Pulp Fiction (1994), y el delirante sentido del humor que tiene una resolución imposible de explicar.