Cuento de terror en el que una popular actriz se hace adicta a unos dumplings preparados con fetos humanos en Hong Kong. A través de un extraña mezcla de realismo, estilización y sentido del humor, Fruit Chan moderniza algunos antiguos temas del género de terror (la locura, el vampirismo, el canibalismo, la transformación), pero se acercamiento al horror sigue siendo bastante clásico. La fotografía luminosa, colores vivos, y el gusto por la sugerencia (off visual, planos detalle, ausencia de gore). Lateralmente el film ofrece lecturas políticas (los fetos son más fácil de conseguir en China) y sanitarias sobre el aborto (los más sabrosos son los del quinto mes). Como un cuento de Poe, la pequeña anécdota va desatando los horrores más profundos y muestra una galería de personajes como reverso amoral: la cocinera alegra, la actriz obsesionada, el esposo mentiroso compulsivo. De a poco Chan empieza a salir del circuito festivalero y entra en el mapa de los grandes realizadores Honh Kong (To, Wai, Tsui).