Drama en el que dos hermanas pasan las vacaciones con sus padres en una playa de Francia. Breillat vuelve a la adolescencia, el despertar sexual y la pérdida de la virginidad, pero con una madurez y una inteligencia muy superiores a Une vraie jeune fille (1976) o 36 fillette (1988). Al mostrar las dos caras del mismo padecimiento (una floreciente e indecisa, la otra reprimida y aburrida) relativiza todo tipo de declamación. Así, las prolongadas, realistas e íntimas escenas de sexo o seducción en la cama adquieren un tono cruel y oscuro, no por el acoso, las dudas o el resultado, sino por la presencia de la otra que no puede participar o vivirlas. Después Breillat se decanta por el shock violento que no por gratuito pierde su significado metafórico y simbólico. El trabajo de las jóvenes actrices (no sólo son jóvenes sino que lo parecen) y los diálogos entre ellas muestra toda la crueldad y la amistad entre hermanas. La fotografía en las escenas en la pileta tiene algunos puntos en común con el cine de Lucrecia Martel. Algunas intervenciones del montaje y la puesta en escena (el fundido sobre la protagonista aceitada en la pileta, la prolongación divagante del viaje en la ruta o el plano detalle de las piernas en el auto) tratan de desviar el curso narrativo y anunciar la tragedia, pero su repentización les quita impacto. El film es otra provocación de Breillat, aunque su tono más racional y maduro lo llevan a otra parte.