Thriller en el que una adolescente inicia una relación con un delincuente del que se obsesiona en Seattle, estado de Washington. No alcanzan las actuaciones del reparto, los estilismos Foley y el punto culminante en la montaña rusa: miradas, labios palpitantes, cámara lenta pasa rápida. Porque el guión de Christopher Crowe, manipulador a más no poder, transforma al héroe en villano. “No me interesa entenderte”, dice William Petersen a Wahlberg. Foley hace lo mismo.