Drama criminal en el que un abogado debe defender a un teniente acusado de un asesinato por defender a su esposa de una violación en un pueblo de Michigan. Preminger nos conduce en un paseo por los caminos de la justicia, la histeria y la pronunciación. Acierta en el uso de una música de jazz que acompaña sin entrometer y en el manejo de unos suaves travellings. Y presupone a John Waters en el uso de la ironía. El problema es que hay demasiada presencia masculina en las escenas de corte.