Comedia en la que un abogado y un escritor buscan un supuesto hijo que no conocen y se fugó de casa en California. Luego del éxito de The Birdcage (1996) Hollywood trata de sacarle provecho una vez más a un remake de una comedia francesa de la década de 1980. Pese a que Robin Williams y Billy Cristal deben cumplir con sus rictus de estrella, el guión hace agua por todas partes (trama de narcotraficantes, Julia Louis-Dreyfus olvidada, Bruce Greenwood repleto de mierda) y la premisa se basa en un engaño poco creíble, el film no resulta tan despreciable como se insinuaba. Porque Reitman es un veterano de la comedia, da lugar para que los personajes expongan sus defectos sin asfixiarlos, filma las escenas de exteriores todavía con capacidad de sorpresa, las elecciones musicales son irreprochables (Paul McCartney, Sly & the Family Stone) y la mirada distante hacia los conflictos adolescentes desdramatiza. Después, los chistes y gags de Williams ensayando la presentación, Sugar Ray irrumpiendo en el escenario del recital y el mimo insoportable golpeado pueden funcionar o no, cuestión de estado de ánimo. El rotundo fracaso en la taquilla de USA habla más del desgaste de la condición de stars de la pareja protagonista que de las cualidades del producto.