Drama en el que un director de cine ensaya unas escenas de la película que está filmando con una actriz con la que está teniendo un affaire en Bucarest. El problema del dispositivo visual de Porumboiu (largos planos fijos, escasos o nulos movimientos de cámara, ausencia de primeros planos) es que cada tanto se estanca con algún plano/escena carente de toda progresión, atractivo o riesgo. En este caso, de los 17 planos del film, pasa tres o cuatro veces. No parece mucho, pero considerando la duración promedio de cada uno (cinco minutos), no es para pasarlo por alto. Como film dentro del film, escapa al lugar común del rodaje o el fervor del proceso creativo. De hecho las escenas desprenden una calma y serenidad que son el principal atractivo y defecto de la película. La discusión sobre las diferencias entre el fílmico y el digital, la construcción de la escena en que la actriz debe salir desnuda y escucha una charla en otra habitación y los problemas de salud del director terminan siendo banales. Más atractivas resultan la relación pasajera entre la pareja protagonista y las referencias a Antonioni. Nuevamente encontramos en Porumboiu un plano extraño que rompe con todo el dispositivo visual: la endoscopía grabada con una pequeña cámara digital que se mete en su organismo, en Politist, adjectiv (2009) eran los informes escritos.