Tercera parte de Maniac Cop (1988) en el que el policía psicópata revive a partir de un ritual vudú y va a buscar a un policía en coma en un hospital de New York. Sin duda la más delirante de las tres entregas, la película puede funcionar como una parodia a las series televisivas de policías, hospitales o médicos. La trama delirante incluye túneles subterráneos que comunican con una iglesia abandonada. Los diálogos tirados al pasar no tienen desperdicio (-“Maté a mi abogado.” –“No importa, son gratis”). La brutal crítica a la hipocresía imperante incluye a policías, médicos, abogados, periodistas. Ninguno se salva. Incluso hay referencias visuales al cine de John Woo con el uso de las dos pistolas y la persecución del final. En este marco el policía maldito parece ser el único capaz de poner orden.