Psycho thriller en el que tres adolescentes son capturados por una secta de fanáticos religiosos en un estado republicano de los Estados Unidos. El logo Lionsgate nos hace pensar inmediatamente en el torture porn horror y el comienzo de la película va por ese lado. El film es exploitation en su concepción más ruda. La absoluta falta de fineza y sutileza de la puesta en escena y la nula destreza visual de Kevin Smith tal vez se adapte mejor a este tipo de relatos. Como guionista Smith puede explorar mejor ese talante anárquico. No es de extrañar que Tarantino alabe este tipo de cine. La mayoría de los personajes son irredimibles y los pocos que podría despertar algo de simpatía son olvidados o despachados rápidamente. Una vez que nos encontrábamos en el peor lugar posible el film da giro hacia el fanatismo religioso pero como si fuera poco, los agentes del FBI intervienen (John Goodman interpreta al bueno o al villano intermitente) y la película se convierte en un thriller de acción para terminar abruptamente. El cine americano siempre tiende al exceso y cada tanto tiene una temporada de caza, esta vez le tocó a Smith dar uno de los primeros ladridos.