Comedia musical en la que en una joven americana en busca de archivar el divorcio es cortejada por un bailarín en Londres. La trama de confusión de identidades que se convertirá en una de las constantes en las películas de Rogers y Astaire (junto con la ambientación europea pese a que el rodaje nunca se mueve de California) funciona mejor que de costumbre, tal vez porque era la primera vez que se utilizó. Los personajes del abogado (Edward Everett Horton) y de la tía (Alice Brady) sólo están pensados para el comic relief. Ese número musical que se extiende en la duración y el espacio en el edificio hace un gran uso del decorado (los golpes en el entrepiso), después es sólo cuestión de organizar un picnic.